Para los niños, la naturaleza es sin duda un parque de diversiones gigante y diverso, es medicina y también es un aula de infinitos aprendizajes. El contacto continuo con la naturaleza es fuente de salud y mejora notablemente la capacidad de atención, su desarrollo cognitivo, su autonomía, seguridad y adquisición de valores.
Los beneficios siempre son variados y constantes, principalmente, hasta los 6 años, donde el medio natural actúa como herramienta fundamental para la exploración sensorial, el enriquecimiento y control del movimiento, la mejora del autocontrol y la capacidad de enfocar la atención y el respeto.
Son estos mismos entornos naturales los que permiten neuronalmente aprender a relacionar, observar, razonar de forma autónoma y sentirse a gusto con uno mismo. Y es esta interacción con la naturaleza y su vínculo, quien activa el engranaje de la red neuronal, permitiendo así a un niño ejercitar su responsabilidad, libertad y seguridad. En definitiva, la naturaleza es enseñanza continua.
Los niños en las ciudades suelen estar muy alejados de entornos naturales. Ya sea por la rutina de sus padres, por la zona donde viven o por la falta de tiempo. En ellos las consecuencias de no poder disfrutar del medio ambiente son visibles: pueden perder importantes espacios de desarrollo cognitivo y emocional, son propensos a perder la capacidad de imaginar, explorar y crear, pierden la destreza para la resolución de problemas y suelen estar alterados, se irritan fácilmente, pueden padecer problemas de diabetes y hasta depresión.
Por supuesto que todo esto es una variable que depende de infinidad de situaciones, pero claro está que la naturaleza evita por completo estas condiciones aportando concentración, autodisciplina, menos probabilidades de enfermar, coordinación, agilidad, espacio para la imaginación y una infinidad de habilidades para divertirse.
Menos miedo y más autonomía. Más seguridad de sí mismos, capaces de controlar y manifestar mejor sus emociones y deseos, más activos y despiertos. En pocas palabras, la naturaleza le ofrece a los más pequeños equilibrio.
A continuación diferentes razones de por qué la vida en naturaleza es ideal para los niños:
Potencian sus habilidades motrices.
Mejoran su salud física (corren, saltan, bailan, nadan y se mueven libremente).
Mejoran su visión a distancia.
Descubren por cuenta propia el universo natural.
Aprenden a experimentar autónomamente.
Aprenden a solucionar problemas de manera ágil y razonando.
Multiplican sus experiencias sensoriales con el entorno.
Complementan lo que van aprendiendo en la escuela (desde matemáticas y biología, hasta literatura e historia) La naturaleza se vuelve su fuente de estudio.
Potencian sus habilidades artísticas y creativas de juego.
Autorregulan sus impulsos y logran autocontrolarse mejor.
Llevan un estilo de vida soñado: disfrutan del día y descansan plácidamente de noche.
Disminuyen notablemente sus niveles de estrés y tristeza en la infancia.
Aprenden a convivir con los demás.
Se preparan para la vida.
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